jueves, 2 de marzo de 2017

Septiembre de 2011.




Imagen:

Primero su estatua, ahora la casa

Hasta ayer, los ataques eran al busto de Fraga, que tiraron al río varias veces y pintaron


vilalba / la voz
Hasta ayer la casa petrucial de Manuel Fraga no había sido objeto de ataques. Algunos vecinos recuerdan que algún año apareció alguna pintada en la fachada, pero nada más. Su busto es, quizás, uno de las pocas reproducciones de estas características viajeras que hay en España. En al menos dos ocasiones (hay un sector que habla de tres) abandonó a la fuerza su pedestal del jardín de la alameda para acabar en los lugares más insospechados. Una vez parece que fue a parar a una silveira y las otras dos confirmadas, a la calle del viejo camposanto y, finalmente, al río. En otras muchas ocasiones acabó bañada de pintura e incluso de leche.





En los años noventa, algunos grupos la tomaron con el busto de metal que preside el jardín principal de la capitalidad chairega. Una noche se llevaron la cabeza de Fraga que, durante varios días, fue buscada por toda la localidad hasta que la encontraron tirada en un zarzal, según algunas teorías. A los pocos años, volvió a ser arrancada del lugar y esta vez los autores del hecho tuvieron la ocurrencia de dejarla tirada al lado del viejo camposanto en la época en la que ya estaban efectuándose las exhumaciones en el nuevo cementerio.
Uno de los ataques más sonados se produjo cuando, a principios de agosto de 2001, volvieron a arrancar el busto de don Manuel. El conserje de la plaza de abastos no dio crédito cuando, al pasar por la alameda, se percató de que faltaba la cabeza de Fraga. Avisó a las fuerzas vivas y hubo intensa búsqueda. No dio resultados hasta que unos jóvenes que buceaban en la playa fluvial de A Madanela, observaron un objeto extraño en el fondo del río. Era el busto del fundador de Alianza Popular. Su rescate no fue fácil. Hubo que preparar un anclaje y lanzarlo sobre el río para extraer la pieza. Cuando los operarios la tenían atada, se acabó escurriendo y volvió de nuevo a las aguas, aunque esta vez en un lugar más próximo a la orilla.
A tanto ir y venir había que ponerle freno. Eso es, al menos, lo que pensó el que en aquel entonces era concejal de Tráfico y responsable de Protección Civil, José Franco. Planteó que el Concello debía buscar un sistema para evitar que los vándalos de turno dejaran tranquila a la estatua. Finalmente, la fórmula elegida fue la de hacer unos anclajes de hierro para sujetar la pieza en su pedestal. Desde el 8 de agosto de 2001 la estatua no «viaja».
En numerosas ocasiones fue objeto de otro tipo de actos vandálicos. Alguna vez apareció totalmente cubierta de pintura rosa.




También fue elegida para reivindicaciones, como la que llevaron a cabo, en noviembre de 1999, los ganaderos vinculados al Sindicato Labrego. Decidieron acabar en el jardín de la Alameda una manifestación para protestar contra el sistema de cuotas y en defensa del sector lácteo. Y uno de los sindicalistas aprovechó para derramar leche sobre el busto.





La pieza, colocada en al año 1970, afrontó otros inconvenientes. Hubo una época en la que los gamberros se entretuvieron arrancándole las letras de bronce de su inscripción. También en este caso el Concello debió tomar medidas que consistieron en encargar una placa de bronce con la inscripción en relieve.
Sorpresa: está hueca
Ayer, algunos vilalbeses recordaban la controversia que se suscitó en la localidad la primera vez que la cabeza fue arrancada del lugar. Decían algunos que varias personas habían tenido que intervenir en la acción, incluso utilizando un camión y una grúa para poder mover y cargarla. Creían que pesaba toneladas porque parecía de bronce. Algunas teorías populares apuntaban a que incluso habían utilizado la grúa colocada para la construcción de un edificio que estaba en la plaza para moverla. La sorpresa llegó cuando fue recuperada.



 Dos hombres podían perfectamente con ella. ¡Estaba hueca!.





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