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Madrid
Las autoridades indias han destapado una supuesta red de contrabando
que traficaba con cadáveres humanos en una población del distrito de
Bardhaman, ubicada en el Estado de Bengala Occidental (al este del
país), próximo a la frontera con Bangladés. Durante la investigación, en la que fueron arrestadas ocho personas,
también se han recuperado 18 esqueletos en buen estado de conservación y
otros restos óseos. La policía cree que todos ellos provienen de
grandes robos llevados a cabo en varios cementerios de la misma zona.
“Nos hemos encontrado los esqueletos cuidadosamente lavados y limpios.
Sospechamos que forman parte de una red internacional de tráfico de
cadáveres debido a que también se hallaron varios productos químicos”,
explicó el responsable del caso, Anuj Sharma, la semana pasada.
Sharma
aclaró que el material incautado formaba parte de una remesa mayor que
“iba a ser enviada fuera del distrito donde se produjo el robo”. Los
investigadores han identificado a qué destinatarios correspondían los
restos sustraídos y dudan ahora si pertenecían a camposantos que se
encuentran en barrios musulmanes de la localidad. Hace una década, la
paz en el vecindario se vio alterada por culpa de la seguridad de las
tumbas después de que la policía incautara más de una veintena de
esqueletos humanos. Tras el incidente, los vecinos exigieron que se
protegieran estos lugares mediante guardias armados.
El trasfondo del problema del tráfico de cadáveres viene de lejos en India. Sin ir más lejos, el año pasado se rescataron otros 50 esqueletos en el mismo distrito. La legislación del país asiático prohíbe desde 1985 cualquier intercambio comercial con huesos humanos. Antes de la restricción, muchas familias pobres se veían obligadas a vender los cadáveres de sus familiares a los traficantes para ahorrarse los gastos de la cremación o los costes del enterramiento, en una región fuertemente azotada por la pobreza. Después, las bandas organizadas locales sustraían los cuerpos —muchos de ellos no eran reclamadas por las morgues— y los vendían por poco más de 200 rupias, al cambio actual, apenas suponen 3 euros.
La prohibición se aprobó gracias a la presión ejercida por los grupos
de derechos humanos al argumentar que se violaban “los principios
elementales humanitarios”. India llegó a ser, antes del cambio
legislativo, el primer país a escala mundial en nutrir de esqueletos a
los laboratorios, hospitales e instituciones médicas. Después de la
prohibición, surgieron grupos que operaban en la clandestinidad
traficando con cadáveres.
En la actualidad, las zonas del este de India son las más afectadas por el tráfico ilegal de este tipo de restos convirtiéndose, con el paso de los años, en una próspera industria. Más de 200 esqueletos humanos han salido del país cada año a lugares como Nepal, Bangladés o China. Algunos de ellos son utilizados en la producción de drogas afrodisiacas o rituales hindúes de magia negra.
El negocio clandestino de cadáveres no cesa en un país con más de 1.200 millones de habitantes. Se calcula que se han recuperado miles de restos óseos en algunos estados de India, como Jharkhand o Bihar. En este último, la policía encontró cerca de 1.000 esqueletos en las riberas del río Falgu a su paso por una antigua aldea budista de la ciudad de Bodhgaya, en 2004.
India llegó a ser, antes del cambio
legislativo, el primer país a escala mundial en nutrir de esqueletos
humanos a los laboratorios, hospitales e instituciones médicas
El trasfondo del problema del tráfico de cadáveres viene de lejos en India. Sin ir más lejos, el año pasado se rescataron otros 50 esqueletos en el mismo distrito. La legislación del país asiático prohíbe desde 1985 cualquier intercambio comercial con huesos humanos. Antes de la restricción, muchas familias pobres se veían obligadas a vender los cadáveres de sus familiares a los traficantes para ahorrarse los gastos de la cremación o los costes del enterramiento, en una región fuertemente azotada por la pobreza. Después, las bandas organizadas locales sustraían los cuerpos —muchos de ellos no eran reclamadas por las morgues— y los vendían por poco más de 200 rupias, al cambio actual, apenas suponen 3 euros.
En la actualidad, las zonas del este de India son las más afectadas por el tráfico ilegal de este tipo de restos convirtiéndose, con el paso de los años, en una próspera industria. Más de 200 esqueletos humanos han salido del país cada año a lugares como Nepal, Bangladés o China. Algunos de ellos son utilizados en la producción de drogas afrodisiacas o rituales hindúes de magia negra.
El negocio clandestino de cadáveres no cesa en un país con más de 1.200 millones de habitantes. Se calcula que se han recuperado miles de restos óseos en algunos estados de India, como Jharkhand o Bihar. En este último, la policía encontró cerca de 1.000 esqueletos en las riberas del río Falgu a su paso por una antigua aldea budista de la ciudad de Bodhgaya, en 2004.
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