Este mito pervive en la cultura popular, las historias de amor y las comedias románticas, e influye en nuestra identidad social, que en muchos casos está formada por representaciones estereotípicas y programadas de las relaciones. Con frecuencia, de manera menos consciente, seguimos buscando nuestra “media naranja” –el ideal–, pero las tasas de divorcio demuestran que ese ideal no existe
Con frecuencia seguimos buscando nuestra “media
naranja” –el ideal–, pero las tasas de divorcio demuestran que ese ideal
no existe
Es fácil convertirse en adicto a ese mundo porque el amor de la vida real no puede competir con él. A algunas personas les resulta difícil, o incluso imposible, volver a la realidad, como muestran la creciente adicción a Internet y la infidelidad en la Red. Esto puede dar lugar a diversas reacciones emocionales (estrés, desesperación, ira, dolor) y conductuales (peleas, consumo vengativo de pornografía, divorcio, drogodependencia, bulimia o anorexia). La relación entre el estrés, la herida sentimental (las patologías amorosas), y la salud mental (depresión, trastornos obsesivos compulsivos, insomnio) y física (agotamiento) está bien documentada.
Las consecuencias del amor
Las consecuencias a largo plazo no se conocen tan bien, pero nos las podemos imaginar. Sabemos que la calidad de nuestras relaciones y circunstancias sociales puede tener una repercusión profunda en nuestro cerebro.
A algunas personas les resulta difícil, o
incluso imposible, volver a la realidad, como muestran la creciente
adicción a Internet
Si las emociones, los pensamientos conscientes y las creencias inconscientes efectivamente forman parte de nuestro entorno social e influyen en nuestros genes a través de los mecanismos epigenéticos, ¿cuáles son las posibles consecuencias a largo plazo del mito del amor romántico? Y si los procesos epigenéticos desempeñan un papel importante en los trastornos psiquiátricos, y las patologías amorosas (las heridas sentimentales) pueden traducirse en problemas de salud mental, ¿es posible establecer una relación entre ambos? A falta de estudios de cohorte longitudinales, en los que se observa al mismo grupo de personas durante un largo periodo de tiempo, sencillamente, todavía no lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que las ideas construidas socialmente del amor romántico y el matrimonio son parte integrante de nuestro yo
Ya es hora de que dejemos de perseguir un amor ficticio. Los actos de amor son tan diversos como las personas que los intercambian. A menudo son prosaicos, pero solícitos. Si acabamos con el mito del amor romántico, podremos empezar a tener expectativas más realistas de las relaciones y, con ello, a vivir unas vidas más sanas y felices.
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