lunes, 2 de enero de 2017
No tardó mucho en hacerlo realidad. En noviembre de 1987 decidió lanzar una opa sobre Banesto, el mítico banco que se arrastraba regido por una trabada gerontocracia. La opa, la primera que popularizó este término hasta el punto de que ahora está admitido por la Real Academia de la Lengua, fue la impulsora del proceso de fusiones en el sistema financiero español. Pero fracasó sin remisión pese a contar con el apoyo del Gobierno socialista. La oferta de Asiaín se encontró con la recia oposición de un joven abogado del Estado llamado Mario Conde que había logrado encastillarse en la vieja fortaleza con el apoyo de los consejeros tradicionales. Pese al fiasco de la opa, Asiaín quedó como el primero en ver el cambio de los tiempos y en intentar adaptarse a ellos, lo que sin duda le elevaba a la categoría de los heterodoxos españoles, en este caso del sector financiero, alineado en general con el conservadurismo más rancio. Aquella opa, junto a la guerra del pasivo que lanzó Emilio Botín (hijo) poco después, convulsionó el sistema financiero y abrió el camino a la modernización y al proceso de concentración que predicaba el banquero vasco.
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